domingo, 30 de octubre de 2011

Algo Huele Mal en Inglaterra

La frase del título paso a la historia como una expresión que denotaba un estado obtuso en el escenario social y político; aplicado a la actual situación podríamos decir que algo huele mal después de Ley Corta en el caso TIPNIS: ¿será que Evo cumple su promesa?  ¿El proceso de la reglamentación no será más que una trampa? En condiciones normales tendríamos que esperar que todos los acuerdos se cumplirán de forma apropiada y en sujeción a lo convenido, sin embargo, el conjunto de la ciudadanía se muestra extremadamente suspicaz, ni aún considerando la trascendencia histórica de la Marcha y el apoyo indiscutible del que gozó los ciudadanos de a pie encuentran una razón suficiente para no dudar del cumplimiento de las promesas. ¿Cómo es posible dudar del gobierno? Es más, ¿cómo se puede poner en duda la palabra empeñada por el Presidente Morales? La respuesta es simple; hoy más que nunca los fines justifican los medios.
Este viejo principio es una constante en el ejercicio del Poder, sin embargo, no en todos los tiempos se aplica de la misma manera. La forma en que lo aplicó el régimen Nazi,  Mussolini o  Stalin difiere mucho de la forma en que lo hizo, Paz Estenssoro, Juan José Torres o cualquier otro presidente del periodo democrático real, su instrumentalización varia de forma substancial cuando los fines se inscriben en el ámbito de la democracia, o cuando estos más bien se adscriben a las tendencias totalitarias y dictatoriales. En este último escenario ninguna acción del Estado o de sus líderes es confiable porque el aparato estatal entero se ha puesto al servicio de la mentira y la falsedad. En los escenarios democráticos los medios guardan una relación con los fines dentro los marcos de lo permitido. En los regímenes totalitarios funciona a la  inversa porque el objetivo es precisamente exceder las normas vigentes a efectos de trastocar el orden establecido independientemente de de su legalidad, la famosa frase “dale nomás, después lo arreglan mis abogados” da cuenta de esta visión de Poder, probablemente esta sensación que flota en el ambiente se deba a la aguda percepción popular (y el pueblo no se equivoca) de que una auditoria del actual gobierno, dejaría un saldo de mentiras demasiado grande como para creer que todo lo que dice,  firma o sugiere sea cierto.