martes, 11 de agosto de 2015

El Estado Prótesis


En la lengua española el término prótesis se define como el  “procedimiento mediante el cual se repara artificialmente la falta de un órgano o parte de él”. Una prótesis es un dispositivo añadida al organismo vivo de forma artificial que cumple una función determinada y que puede ser removida una vez que no sea necesario usarla, se trata de un mecanismo de recambio utilitario que permite explotar un dispositivo que aunque resulta imprescindible nunca alcanza el grado de irremplazable. Otra de sus virtudes estriba en que si se produce alguna falla o inconveniente, de inmediato se procede a su recambio y se asume que todos los problemas derivados provienen de la falla protética. Así, si a un paciente cardiaco le sobreviene un paro masivo que determina ipso facto su muerte, se dice que una falla en la prótesis implantada determinó el deceso del occiso, de manera que las responsabilidades se cosifican o despersonalizan, finalmente el único culpable termina siendo la prolífico dispositivo.

Este atractivo concepto de la medicina actual se me antoja de enorme utilidad en el análisis político y sociológico a la hora de apreciar el modus operandi del régimen actual. Estado Protético en que todos sus operadores ostentan el rango de prótesis; una vez que cumplieron sus funciones y cosechados los frutos son declarados inservibles, desdeñados, arrojados al tacho de inmundicias y en lo posible, como por escarmiento, enjuiciados y encarcelados.

El Estado Protético es un modelo de acción político-administrativa que prescinde de las cualidades humanas, se sostiene en la capacidad operativa ciega, irreflexiva, mecánica, no acepta pensamiento libre, ni moral, ni juicio de valor. Bajo esta lógica, los daños colaterales producidos por el dispositivo son de exclusiva responsabilidad de la prótesis, así, cuando los potosinos reclamaban las promesas y compromisos incumplidos, el gobierno no se hizo responsable, fue la prótesis ministerial de ese entonces. El sistema prótesis sin embargo tiene un límite conocido como el rechazo metabólico, a ese rechazo se llega cuando todo el sistema dice basta, en ese momento, la única solución posible es remover el dispositivo para siempre.

El Futuro de la Soledad Humana


Hace algunos meses un estudiante de sociología preguntó al profesor Zigmunt Bauman a que atribuía el éxito de Facebook; “el éxito del invento de Zuckerberg consiste –dijo- en haber entendido necesidades humanas muy profundas, como la de no sentirse nunca solo”. Esta brillante respuesta me llevó a una interrogante de naturaleza prospectiva: ¿cuál es futuro de la soledad humana?

Las estadísticas internacionales registran que en éste minuto, más de 3 mil millones de personas están conectadas a internet en un monologo virtual en torno al cual giran sus sentimientos, sus intereses, sus negocios, sus habilidades, sus miedos, sus dudas, sus deseos, es decir, prácticamente todo lo que un ser humano puede sentir, experimentar, indagar, temer, aceptar o rechazar esta en la línea. Las dimensiones son tan espectaculares que solo en Facebook, los más de 1.390 millones de personas, (la mayoría jóvenes) que están diariamente conectados a su plataforma, invierten 700 mil millones de minutos al mes, y emiten 30 mil millones de mensajes en ese mismo lapso de tiempo. Si se suman los minutos que el total de usuarios de Facebook invierte cada mes intercambiando información, chistes, mensajes, fotografías etc. la cifra es equivalente a 22 y medio años de una vida virtualmente desconectada. Desde el Facebook se puede ingresar a más de 2 y medio millones de sitios web que contienen prácticamente toda la información tecnológica, social, política, erótica, poética, filosófica, comercial etc. que uno pueda imaginar. La enciclopedia virtual Wikipedia albergaba hasta el año pasado 17 millones de artículos en absolutamente todas las áreas del conocimiento. El mundo entero se ha reducido a un dispositivo informático que cada vez, y con mayor calidad, rapidez y precisión satisface virtualmente todas nuestras necesidades. De hecho, sitios como Facebook, Twitter, Youtube o cualquiera de los miles que existen se han transformado en verdaderas prótesis de la existencia humana; cualquier carencia (intelectual, erótica, informativa, cognitiva, educativa o lo que fuera) puede ser eficiente y rápidamente cubierta por una prótesis virtual.

En el mundo de la realidad la situación no es menos alarmante. El desarrollo tecnológico cubre cada vez más espacios que hasta no hace mucho dependían de la habilidad, capacidades e inteligencia humana. Nuestras falencias físico-estéticas las cubren ahora un arsenal cada vez más complejo de tecnologías de implante, a nuestra soledad el Facebook, a nuestros miedos los híper-sofisticados sistemas de vigilancia y alerta satelitales, a nuestras cuentas bancarias las centrales de riesgo de interconectividad múltiple e instantánea, a nuestra inteligencia los supercomputadores como la Tianhe-2 que realiza 33 cuatrillones de operaciones por segundo. Se estima que para el 2050, más de 2 tercios de las labores domésticas las ejecutarán robos dotados de inteligencia artificial. En breve, todas las facultades del hombre se resumirán a un algoritmo.

Las Redes Sociales han invadido nuestra privacidad de forma sistemática, y lo peor de todo, con el absoluto consentimiento nuestro. En cuestión de segundos todos los que forman nuestras listas, (a lo que se suma todos los que comparten nuestro mensaje con sus propias listas) habrán leído el mensaje. Hoy felicitamos al recién casado por Facebook, damos pésames, consolamos al deprimido, aconsejamos al angustiado, insultamos el opositor, denostamos al adversario, hacemos invitaciones, buscamos trabajo, formalizamos citas, mandamos piropos y si nos es posible adjuntamos foto y video.

Llegará un momento en que ningún acto que podamos calificar como “social” escape al entorno de las redes, a la sofisticación tecnológica o a la inteligencia virtual. Se me ocurre que llegado ese instante en el desarrollo de la especie, habremos eliminado de la subjetividad humana uno de sus derechos más profundos y probablemente más constructivos: el derecho a la soledad. Para entonces nuestro más fiel compañero, nuestro confidente, el cómplice más próximo llegará con marca y código; algo así como Samsung S6