domingo, 25 de septiembre de 2022

 

Dimensiones sociológicas del censo             

El conflicto por la realización del censo de población y vivienda más allá de las variaciones demográficas, tiene sin duda una fundamentación económica vital para el desarrollo de los departamentos. Como todos sabemos, sus ingresos están determinados por el volumen de su población, en consecuencia, cuantos más ciudadanos habitan un determinado territorio mayor deberá ser su participación en la distribución de los recursos económicos que maneja el Estado como entidad centralizadora, sin embargo, un censo es mucho más que esto, porque lo que en realidad produce es un vasto conjunto de información y datos que permiten “imaginar” cuál es el estado de la sociedad en su conjunto. El censo nos facilita comprender que fuerzas sociales están actuando sobre la realidad, como se componen, que tipo de pulsiones pueden emerger de ellas, cuáles son los “elementos” antagónicos, cuáles sus expectativas y que tipo de soluciones podrían encontrarse una vez conocida esa compleja relación de elementos objetivos y subjetivos contenidos en los datos finales.

Esta particularidad sociológica de los procesos censales, cuando se pretende manejarlos ideológicamente, es decir, indagando a través de las preguntas aquellas cosas que favorecen al gobierno, transforma un censo en un mecanismo de invisibilidad que oculta la realidad social, económica, política o cultural de una sociedad. A esto obedece, por ejemplo, el intento fallido del MAS de negar la existencia de un amplio conjunto de ciudadanos que, al no reconocerse como indígenas, se auto identificaron como mestizos. La categoría “mestizo” fue eliminada en el último, censo, y en consecuencia, el resultado le permitió al MAS dar por cierto que Bolivia es un país por completo indígena y orientar todas las estrategias de desarrollo bajo esa perspectiva en detrimento del mestizaje y las clases medias. Indianizar el Estado fue entonces el principio ordenador de las políticas de Estado.

Cuando García Linera argumentaba ideológicamente que el curso de la Revolución Cultural que pregonaban pasaba por este proceso de indianización, estaba pensando en cómo se iban a distribuir  las prioridades; que sectores debían favorecerse del desarrollo económico, que sectores había que debilitar y en lo posible eliminar, quienes debían asumir un papel hegemónico en todas las dimensiones de lo social, político, cultural y económico, es decir, la imagen que te formas de una sociedad (reflejada en los resultados censales) tiene consecuencias prácticas de largo alcance. En el caso de Linera, negar la existencia del mestizo suponía priorizar y orientar todo el esfuerzo del estado hacia aquellos sectores que lucían “el blasón” de su indianidad. Los datos censales, como se ve, tienen consecuencias reales, a veces totalmente contrarias al deseo de los ciudadanos.

Estos atributos de los procesos censales por lo general develan las contradicciones y las diferencias que median entre la sociedad que pretende construir un régimen, y la sociedad que considera ideal el ciudadano de a pie.

En el caso actual, el régimen de Arce y el MAS en todas sus vertientes, pretende que la boleta sea diseñada de tal manera que solo pueda recabar información que permita refrendar su particular visión político-ideológica, y en consecuencia, que las grandes contradicciones, por ejemplo, entre el mundo urbano y rural, puedan explicarse como un fenómeno racial, o en su defecto, que los problemas actuales de la sociedad boliviana se explican por las contradicciones de clase. Si el censo se ejecuta bajo esa óptica, sus resultados mostrarán una nación que en los hechos no existe, en la medida en que en la actualidad el ciudadano se mueve más allá de los tabúes de raza y más allá de los dogmas de clase, de hecho, el mestizaje es la fuerza mayor de nuestra sociedad y el ciudadano, en sustitución del proletariado, el “motor de la historia”.

Que el gobierno haya transformado la boleta y los detalles censales en un secreto de estado obedece a esta dimensión inherente a cualquier proceso censal. Mantener en la más absoluta reserva qué se va a preguntar, a quienes, donde y bajo que metodología, cómo se van a procesar los datos y a que propósito obedecen, es parte de una de las estrategias clave de todos los regímenes totalitarios. Mostrar un país que no existe, una economía gloriosa (como la que nos mostraba el INE en tiempos de Evo) y una comunidad enfrentada a partir de criterios raciales o categorías socioeconómicas clasistas, es vital para mantener las fuerzas sociales a raya e imponer con datos mañosos una realidad que no expresa la verdadera situación de una sociedad.