Dimensiones sociológicas del censo
Esta particularidad sociológica de los procesos censales, cuando se
pretende manejarlos ideológicamente, es decir, indagando a través de las
preguntas aquellas cosas que favorecen al gobierno, transforma un censo en un
mecanismo de invisibilidad que oculta la realidad social, económica, política o
cultural de una sociedad. A esto obedece, por ejemplo, el intento fallido del
MAS de negar la existencia de un amplio conjunto de ciudadanos que, al no
reconocerse como indígenas, se auto identificaron como mestizos. La categoría
“mestizo” fue eliminada en el último, censo, y en consecuencia, el resultado le
permitió al MAS dar por cierto que Bolivia es un país por completo indígena y
orientar todas las estrategias de desarrollo bajo esa perspectiva en detrimento
del mestizaje y las clases medias. Indianizar el Estado fue entonces el
principio ordenador de las políticas de Estado.
Cuando García Linera argumentaba ideológicamente que el curso de la
Revolución Cultural que pregonaban pasaba por este proceso de indianización,
estaba pensando en cómo se iban a distribuir las prioridades; que sectores debían
favorecerse del desarrollo económico, que sectores había que debilitar y en lo
posible eliminar, quienes debían asumir un papel hegemónico en todas las
dimensiones de lo social, político, cultural y económico, es decir, la imagen
que te formas de una sociedad (reflejada en los resultados censales) tiene
consecuencias prácticas de largo alcance. En el caso de Linera, negar la
existencia del mestizo suponía priorizar y orientar todo el esfuerzo del estado
hacia aquellos sectores que lucían “el blasón” de su indianidad. Los datos
censales, como se ve, tienen consecuencias reales, a veces totalmente
contrarias al deseo de los ciudadanos.
Estos atributos de los procesos censales por lo general develan las
contradicciones y las diferencias que median entre la sociedad que pretende
construir un régimen, y la sociedad que considera ideal el ciudadano de a pie.
En el caso actual, el régimen de Arce y el MAS en todas sus vertientes,
pretende que la boleta sea diseñada de tal manera que solo pueda recabar
información que permita refrendar su particular visión político-ideológica, y
en consecuencia, que las grandes contradicciones, por ejemplo, entre el mundo
urbano y rural, puedan explicarse como un fenómeno racial, o en su defecto, que
los problemas actuales de la sociedad boliviana se explican por las
contradicciones de clase. Si el censo se ejecuta bajo esa óptica, sus
resultados mostrarán una nación que en los hechos no existe, en la medida en
que en la actualidad el ciudadano se mueve más allá de los tabúes de raza y más
allá de los dogmas de clase, de hecho, el mestizaje es la fuerza mayor de
nuestra sociedad y el ciudadano, en sustitución del proletariado, el “motor de
la historia”.
Que el gobierno haya transformado la boleta y los detalles censales en un secreto
de estado obedece a esta dimensión inherente a cualquier proceso censal.
Mantener en la más absoluta reserva qué se va a preguntar, a quienes, donde y
bajo que metodología, cómo se van a procesar los datos y a que propósito
obedecen, es parte de una de las estrategias clave de todos los regímenes
totalitarios. Mostrar un país que no existe, una economía gloriosa (como la que
nos mostraba el INE en tiempos de Evo) y una comunidad enfrentada a partir de
criterios raciales o categorías socioeconómicas clasistas, es vital para
mantener las fuerzas sociales a raya e imponer con datos mañosos una realidad
que no expresa la verdadera situación de una sociedad.