viernes, 20 de julio de 2012

Una Crisis Contra Natura


La actual crisis del municipio cruceño resulta anómala desde todo punto de vista. En cualquier país de occidente parecería contra natura que el Alcalde enjuicie a todos sus Concejales.  ¿Cómo pudo suceder esto?  Lo primero que llama la atención es que se produce en el marco de una crisis en varios frentes; los intentos por derrocar al Gobernador, las tensiones en la estructura indígena de Tierras Bajas, la pérdida de poder de convocatoria del Comité Pro Santa Cruz y las frustraciones en el proceso de construcción de la autonomía muestran un panorama mucho más complejo de lo que en apariencia podría verse a simple vista. En realidad la crisis edil es la expresión –junto al resto de los factores mencionados y probablemente otros más- del fin de un siclo regional acelerado por la transformación estructural del Poder y el recorrido a marcha forzada entre la Republica y el Estado Plurinacional. Se trata de una alteración irreversible de la matriz del Estado. El Estado del 52 llega a su fin con Evo Morales y en su reemplazo todos sus componentes se ven forzados a reacomodarse y reorientar sus estrategias de desarrollo económico y político, particularmente, los aparatos de estado local y regional como son los Municipios y las Gobernaciones. Esta situación no solo afecta la adecuación de las estructuras administrativas y funcionales, exige una lectura diferente de la realidad, porque ésta, desde el advenimiento de Morales, ha impuesto un curso diferente en todos los órdenes de la realidad; ha modificado profundamente la naturaleza del Estado Nacional, y con ello, las lecturas y los discursos previos quedaron obsoletos.
Las elites dirigenciales locales, sin embargo, no parecen haberse percatado de la profundidad y alcance de esta transformación. Más sensible fue la burguesía cruceña que hizo las paces con el gobierno en un esfuerzo de sobrevivencia que hasta ahora le resulto favorable y hasta beneficioso, empero, en los segmentos políticos y la dirigencia regional este desfase catastrófico entre la realidad y su lectura deja ver una brecha que los aproxima raudamente al fin de su rol histórico. Dicho de forma más lineal: la crisis del municipio cruceño es la expresión más patética de los efectos del cambio social y la incapacidad de las elites y sus organizaciones para comprender el momento. ¡Imagínense! un alcalde que hace todos los esfuerzos por poner en vilo las ya pocas fuerzas ediles condenando la institucionalidad a la vorágine del Poder Central. Una victoria en bandeja de plata para el actual gobierno.
En la historia, los grandes personajes suelen perder con bastante facilidad la visión del futuro, esto que es recurrente en todas partes y en todos los tiempos tiene –irremediablemente- un precio que pagar. Ojalá que no sea en el caso cruceño una factura que comprometa su futuro de forma irreversible, y ojalá que ante la gravedad de la situación las nuevas elites y sus jóvenes dirigentes desarrollen la capacidad -innata en el hombre- de comprender su tiempo y actuar en consonancia.

jueves, 19 de julio de 2012

Señuelos de Tormenta

Al menos tres factores diseñan el perfil de la actual coyuntura: el surgimiento de un movimiento indígena interpelatorio que cuestiona la tendencia aymaro-centrista del Estado forjado por el gobierno del MAS, la emergencia de la clase media catalizada por el movimiento del sector médico y los universitarios y la crisis de la institucionalidad democrática en el área más vulnerable del Estado; la policía.

Si asumimos como evidente que la capacidad interpelatoria de los indígenas de Tierras Bajas pone en el tapete la legitimidad del gobierno en cuanto a su naturaleza “originaria”, tendríamos que concluir que se ha iniciado una crisis hegemónica en la medida en que el gobierno de Evo Morales no es ya, al menos para ese sector indígena, “la dirección intelectual y moral” del proyecto Estatal, tampoco lo es  para las clases medias, y como van las cosas, los obreros y sectores campesinos empiezan a reconocer que el proyecto estatal no encarna sus propias visiones. La clase media sacudida ante el efecto simbólico que tuvo sobre ella la triunfal llegada de la VIII Marcha, encontró en la huelga del sector médico un mecanismo de articulación efectivo. La progresiva pérdida de legitimidad y la emergencia de nuevos actores, tanto propios como extraños a la matriz indígena, forman sin duda en escenario de crisis hegemónica con aristas peligrosos en el corto plazo, sobre todo por la proximidad de un periodo electoral intenso.

Finalmente, el arbitrario nombramiento de un coronel por encima de cualquier criterio jurídico e institucional en la Policía Boliviana, trasluce la previsible acentuación de las contradicciones al interior de la estructura de Poder del actual régimen. El panorama no es nada alentador. El gobierno no ha logrado un nivel hegemónico que le facilite el manejo y en su caso la manipulación de la sociedad civil, y lo que en este campo logró, lo está perdiendo. Sumido en una estrategia de enfrentamientos al mejor estilo del marxismo ortodoxo, lo único que ha logrado es una pérdida progresiva  y penosa de la hegemonía política y cultural con la que llego al Poder. Hoy, impedido de redimir la colectividad indígena por su pertinaz oposición a los pueblos de Tierras Bajas, enfrentado a  las clases medias y sus instituciones profesionales, cercado por las propias contradicciones que engendra el Poder ·”en sus entrañas” -como diría Hegel- y con una institucionalidad democrática hecha añicos, pareciera que la historia que tan promisoriamente se le acercó hace 6 años atrás empieza a darle la espalda. El poder es caprichoso y traicionero cuando se sube muy arriba en la cabeza, y todo indica que algo de eso está pasando, también, eventualmente, suele desencadenar temores y paranoias que terminan engendrando demonios imaginarios, demostraciones innecesarias de fuerza, miedo, represión y tiranía. Ha de tener muy fría la cabeza don Evo Morales para no llevar sus frustraciones a un nivel en el que solo vea fantasmas, y en eso, el rol de los círculos palaciegos y los entuertos del Poder suelen ser muy peligrosos.