viernes, 10 de mayo de 2013

Democráticamente Medievales

La aprobación de la Constitución Política del Estado en vigencia fue sin duda el proceso más escabroso de la historia nacional. Redactada mediante procedimientos que más parecen producto de un drama medieval, terminó en un acto aprobatorio que no hacia parte ni siquiera de la conciencia de sus constituyentes, sin mencionar su revisión efectuada en los oscuros confines de una oficina de la vicepresidencia por un puñado de masistas. La opinión pública no dudo un minuto en calificarla de “trucha”.  Finalmente igual se aprobó. Cualquier “movida” política a lo largo de toda la Colonia y la Republica resulta insignificante frente a este acto del oficialismo.
La elección de los miembros del poder judicial hace parte de otro episodio vergonzoso. Todos los ciudadanos votamos forzados por las listas de fiscales y jueces que el partido de gobierno había elaborado. Las entrevistas de los futuros operadores de justicia causaban vergüenza ajena. Terminó ganando el voto nulo, el Tribunal Electoral decidió que esos votos no se contaban. Hubo fiscales que se hicieron del puesto con menos del 1% de aprobación ciudadana. A la vuelta de la esquina resulto que los jueces y fiscales del MAS integraban bandas de extorsión. Igual fueron posicionados y ahí están encarcelando opositores.
En un efusivo discurso el presidente Morales ratifico que no podía ser candidato por un tercer periodo. En los días siguientes en una infinidad de declaraciones el gobierno ratificaba que Morales cursaba su segundo periodo y en consecuencia no podría ser reelecto nuevamente. Hoy resulto que esto no era cierto. Sera candidato y volverá a gobernar.
Si analizamos la secuencia de los burdos engaños y triquiñuelas de las que hace uso el gobierno para hacer lo que se le viene en gana uno termina pensando si esta es una pesadilla medieval. Se trata del imperio de la transgresión y la vigencia del despotismo al mejor estilo monárquico y absolutista, empero, lo que no acepta triquiñuelas obsoletas es la condena del pueblo y en esto la historia es implacable. Ya nos cansamos, y parece que más temprano que tarde los artífices del “cambio” tendrán que rendirnos cuentas y entonces, veremos quién es más hábil en interpretar la otorgación de sentencias.

lunes, 6 de mayo de 2013

¿Una Declaración de Religiosa Fe?

La preocupación presidencial por el robo de joyas de la Virgen de Copacabana, resulta de alguna manera sorprendente dado el manifiesto carácter laico del Estado Nacional y la poco disimulada aversión oficialista a la Iglesia Católica, se trata, empero, de un acto cuya comprensión solo es posible en el marco ideológico del actual gobierno. Las duras palabras del presidente apuntan a la Iglesia entendida como una unidad simbólica y a su parte visible; los obispos. El discurso oficial sobre el tema incluye además una inusual declaración de fe mediante la cual el presidente se declara ferviente creyente y apela a Dios como garantía de la honestidad que rodean sus lapidarias declaraciones. Se muestra como un creyente preocupado por los bienes de la Iglesia.
El mero sentido común pone en duda la veracidad de su argumento y trasluce una intencionalidad ideológica condicionada por un elemento central; la instalación en el ámbito social de un cuestionamiento a la jerarquía católica respaldado por la fuerza de los hechos (fueron religiosos los que cometen el delito).
En la perspectiva del materialismo histórico ortodoxo, la religión se concibe como “el opio de los pueblos”, una rémora de la ideología dominante burguesa cuyo propicito es socavar la capacidad revolucionaria de la sociedad, y en consecuencia, su eliminación deviene como una tarea imprescindible del proceso de cambio. La” Revolución Cultural” contiene en lo más profundo de su núcleo discursivo la necesidad ineludible de borrar la noción de lo divino y dar curso a la creatividad humana sin las trabas ni las culpas emergente de un “Dios castigador”.  En esta perspectiva, ningún proceso de corte marxista-ortodoxo fundado en los preceptos del materialismo histórico, descuido una parte importante de su arsenal político y sus recursos ideológicos en suprimir, ya por la vía persuasiva, ya por la vía pragmática el culto religioso católico.
Desde esta perspectiva las declaraciones del primer mandatario no resultan casuales y menos anecdóticas, hacen parte constitutiva de una perspectiva de Poder. En realidad traducen la intencionalidad estratégica de vincular la religión católica al imaginario de lo indeseable (como indeseable es el hurto) No se trata de un discurso articulado por la fe, sino por la ideología. Tampoco versa sobre el robo de joyas, versa sobre la imperiosa necesidad gubernamental de copar hasta los más profundos filones de la subjetividad social. No es una denuncia de corte moral, es un artificio político que pretende socavar las bases de Iglesia Católica, no es la declaración de un creyente, es el enunciado de una vocación de poder que no reconoce límites.