domingo, 6 de mayo de 2018

La Imaginación al Poder



Este título podría ser un buen slogan para las generaciones actuales, no es –empero- mi intensión abordar este tema. Veamos. Con demasiada frecuencia, declaraciones de hechos políticos, actos de Poder o argumentaciones emitidas como fundamento del accionar en los regímenes populistas, a más de herir la inteligencia del hombre común, desafían la lógica ciudadana. Cualquiera acostumbrado a manejarse en una democracia y un sistema de valores en que las cosas que se hacen o se dicen mantienen coherencia y se muestran como expresiones naturales de la vida cotidiana, queda desconcertado cuando por ejemplo, nos enteramos que un criminal ex presidiario con dos asesinatos a cuestas es nombrado Presidente del Tribunal Supremo en Venezuela. Que si no se apoya a Evo “el sol se esconderá y la luna se escapará”, (A. García Linera)  que hay que sacrificar a los caballos por ser una herencia de la colonia (Evo Morales), que el dictador Maduro cuyo gobierno llevó a Venezuela al colapso total y la miseria absoluta no tenga ningún inconveniente en declarar que “Él es el camino” para la grandeza venezolana.  Que un tribunal supremo con 65 denuncias judiciales sea el encargado de administrar la justicia en Bolivia y declarar procedente una re-postulación antidemocrática, o que se construye un estadio de futbol para 1.500 espectadores en un pueblo (Pucara) con exactamente 1500 habitantes incluidos bebés recién nacidos y ancianos al borde de la muerte ¿Cuál es límite del discurso populista?.  Parece que al menos de momento, no tiene límite alguno, lo que en realidad no debiera asombrarnos. Todos los regímenes de corte fascista, sean estos de derecha (como  el nazi) o de izquierda, (como el fascismo estalinista)  hacen uso intensivo de esta estrategia, porque cualquier límite en el razonamiento, cualquier lógica aplicada a la realidad los desnuda y la ambigüedad, que es la cuna de su Poder, se hace añicos.
Si de algo requieren los regímenes de corte totalitario, particularmente los populistas (que no son más que una variante del fascismo) es permanecer dentro los límites de un discurso ambiguo en que cualquier cosa tenga cabida, y en consecuencia, sea relativamente fácil deslizar la fantasía, la imaginación perversa o la mentira desembozada como verdades incuestionables. Todos sabemos –sin embargo-  que la mentira tiene patas cortas. Cuanto más cortas, más cerca esta su final.