sábado, 26 de noviembre de 2022

 EL EXPERIMENTO PLURINACIONAL

Cuando la noche del 24 de noviembre los diputados de la Comisión de Constitución de la Cámara Baja empezaron a revisar el proyecto de Ley que fijaba la fecha de las elecciones para el 2025, la distribución de los recursos de coparticipación, y la redistribución de escaños y circunscripciones electorales emergente del nuevo mapa demográfico producto de los resultados censales, un profundo temor invadió la representación masista. Entre inútiles y graciosos argumentos quedó claro que no tenían salida. Debían votar a favor de la Ley y sus dos prescripciones o enfrentar la furia de la ciudadanía que en Santa Cruz tenía ya cerca de un mes de paro con más de 1000 millones de pérdida.

En la hermenéutica impuesta por Evo Morales y el MAS, la representación campesina es superior a la urbana, resulta que las minorías rurales están mejor representadas en el Poder Político que las mayorías urbanas, que a la sazón constituyen más del 70% de la población nacional frente a un 26% que se reconoce como indígena según el INE. Los resultados derivarán (después del censo) en la recomposición de las cámaras, es decir, los campesinos-indígenas-originarios dejarán de ser mayoría parlamentaria, el MAS no tendrá mayoría y menos aún dos tercios y el país estará representado en sus proporciones correctas.

El pánico se apoderó de la fracción evista porque una situación de esa naturaleza dejó claro que el Estado Plurinacional, concebido como una sociedad mayoritariamente indígena, era una construcción ficticia que el MAS instaló mediáticamente e ideológicamente para imponer un régimen basado en preceptos y concepciones de raza. Como las mentiras tienen patas cortas, a la hora de votar la Ley llegó el momento de afrontar la realidad: el Estado Plurinacional que imaginaban bajo la hegemonía indígena-originario-campesina no pasó de ser un experimento fallido, en las calles y en el propio Congreso estaban ciudadanos citadinos clase media, mestizos, empresarios, emprendedores, la burguesía aimara, las clase media y lumpen, y como sucede en todo el planeta,  todos querían un capitalismo popular más justo, más equitativo y menos racista.

En ese dramático momento que requirió varios “cuartos intermedios” e intensas negociaciones intra-MAS, en realidad lo que se discutía es si eran capaces de asumir la realidad de un país multicultural en el concertó de la modernidad, bajo el prisma del capitalismo y el protagonismo del ciudadano común situado más allá de las clases sociales, de las etnias y de las razas, y la emergencia del ciudadano como el nuevo interlocutor frente al Estado, en otras palabras, lo que estaba en mesa era el reconocimiento del fracaso del experimento plurinacional y el fin de una quimera a la que le dieron el nombre de Estado Plurinacional.

 

 

 

 

 

martes, 22 de noviembre de 2022

 Crisis de Estado y transición política

Cuando los hombres de Heliodoro Camacho decidieron dar batalla, en la Revolución Liberal de 1899, Bolivia atravesaba un momento en que debía decidirse si se mantenía en el horizonte de una monarquía feudal pese a su condición de República independiente bajo los preceptos liberales que proclamaba la clase dominante, o si se transformaba el país en una perspectiva democrática y liberal. Ellos impusieron su visión de la historia, les ganaron la guerra a los conservadores y gobernaron 20 años. No fue por cierto la democracia que profesaban, pero el país había superado una infinidad de resabios coloniales dejados por la larga dependencia al Reino de España.

Cuando los nacionalistas se lanzaron a las calles en 1952 y le arrancaron en una cruenta sublevación popular el gobierno a la oligarquía minero feudal en manos de los varones del estaño, Bolivia abandonó los espejismos feudales en que los potentados mineros y terratenientes la habían mantenido en beneficio propio. La Revolución instaló el país en el siglo XX, la modernidad y el capitalismo de avanzada.

Que tienen en común estos dos eventos que explican en gran parte la historia contemporánea de Bolivia: Uno, que ambos son momentos de inflexión histórica, ambos cambian irreversiblemente el destino de la nación. Dos, ambos suponen una superación dialéctica, con sus sombras y sus luces lograron que la historia nacional avanzara y que la sociedad boliviana cambiara para mejor. Tres, su ascenso al poder devino tras un doloroso parto histórico, una transición complicada, y en ambos casos sangrienta, y finalmente cuatro; ambos fueron la resultante de la descomposición progresiva del Estado y de sus preceptos ideológicos y prácticos.

Salvando las distancias propias de cada momento histórico, ambos procesos expresaban el desgaste total de sus postulados, ambos hicieron lo que se habían propuesto, cumplieron, unas veces bien otras mal, unas veces con éxito otras fracasaron, pero hicieron lo que tenían que hacer y entraron en un agudo proceso de descomposición política y social. Sus fundamentos ideológicos se agotaron, sus protagonistas pasaron de un discurso progresista a uno conservador, los actores se renovaron portando nuevas lecturas y propuestas renovadas.

Eso es lo que vivimos en este momento, una descomposición acelerada del modelo engendrado por el Nacionalismo Revolucionario que en su fase final adoptó un cariz indigenista con el MAS y Evo Morales. Experimentamos una transición del Estado del 52 a un Estado Ciudadano, del Poder Popular al Poder ciudadano, de la vigencia de los actores populares a la emergencia de los actores ciudadanos, de lo nacional-popular a lo democrático-ciudadano. No se trata por tanto que el MAS hizo crisis simplemente porque la ambición de Poder de su caudillo histórico no tiene límites, eso es cierto, pero es una consecuencia del agotamiento del proyecto masista, que no es más que el final del proyecto nacionalista revolucionario. La crisis del MAS expresa la crisis del Estado iniciado en 1952.

Tampoco se trata de que los partidos de oposición son una juntucha de incapaces, al contrario, son la expresión más clara de un momento de transición en la que su rol es encontrar el curso definitivo que tomará la historia después del Estado del 52, Habida cuenta de que son la expresión de los nuevos sujetos en el concierto de la democracia boliviana; la ciudadanía

Lo que vivimos no es un mal momento en la política nacional., repleta de malos momentos, es una crisis estatal que afectará todos los componentes y dimensiones de la realidad política, económica, social y cultural de Bolivia. Estamos en consecuencia, en un momento crucial en que la sociedad y los nuevos actores pretenden instalar una nueva forma de Estado, una nueva lectura de la realidad mejor incorporada en la modernidad, una nueva sociedad habilitada para asumir los desafíos del siglo XXI.

 

 

 

 

 

domingo, 20 de noviembre de 2022

 Mirando el Futuro

La mayor parte de los jóvenes que hoy bordean los 40 años de edad experimentaron dos momentos de la vida política nacional: la democracia de 1982 al 2006 en que el MAS toma el poder, y de ahí en adelante un progresivo deterioro de todas las formas e instituciones que hacen a un Estado de Derecho. La democracia hizo crisis con la crisis de los partidos y el MAS le dio el tiro de gracia, pulverizó el sistema político republicano, le cambió el nombre al país y pretende reescribir la historia.

Cuando los efectos de la salida de Evo Morales se empezaron a sentir, la ciudadanía daba por sentado que la oposición se uniría y que unida evitaría el retorno del partido que había diezmado la institucionalidad democrática, corrompido los Poderes del Estado y dilapidado el mayor contingente de recursos en toda la historia del país, pero no sucedió así, no se unieron, no nos representaron, no escucharon al ciudadano de a pie y finalmente tenemos lo que tenemos. Si vemos las cosas sin pasiones de por medio no podríamos asegurar que no pusieron de su parte, probablemente lo hicieron, pero cientos de factores de orden institucional, personal, grupal, intereses corporativos, empresariales, ideológicos, religiosos, etc. se cruzaron en el camino. Lo único que faltó, es leer el país desde otra perspectiva, comprenderlo a partir no de los grandes discursos, sino, hacer política a partir del ciudadano de a pie. Ahora ya no sirve llorar sobre leche derramada, lo apropiado es esforzarnos en comprender este país desde nuevos paradigmas.

Particularmente pienso que el Estado está en crisis. No tenemos un estado plurinacional fallido, tenemos una Crisis de Estado, esto en cristiano significa que el Estado y el gobierno con todos sus aparatos de poder (ministerios, policía, FF.AA. Poder judicial, Poder legislativo, Poder ejecutivo etc.) ya no responden a las demandas de la sociedad, ya no la leen ni la entienden. Unos se refugian en los mitos, lo ancestral, la tradición, las culturas con derecho de exclusividad, esos son los que pasaron de progresistas a simples conservadores. Otros no encuentran nada que pudiera, creativa e imaginativamente, sustituir la democracia reconstruida a finales del siglo pasado, hace casi un cuarto de siglo atrás. Leen el país como lo leía la UDP, Hernán Siles Zuazo o Jaime Paz Zamora.

En ambos bandos las ideologías políticas que les daban vida ya perecieron. El mundo entero experimentó desde la caída del socialismo real el fin de las ideologías. Esto no lo pueden comprender, como no pueden comprender que en la actualidad se realizan en todo el mundo: 1.024 llamadas por Skype, 3.935 Tweets, 33.333 búsquedas de Google, 52.083 Me Gusta en Facebook y 1.666.666 correos electrónicos” por segundo. En el mismo lapso, se suben 463 fotos a Instagram y 11.574 archivos a Dropbox, y se miran 46.333 videos en YouTube, o sea, 166 millones 798 mil 800 videos por hora.(infobae.com). No hay forma de que un joven actual se parezca cognitiva, política y culturalmente a uno de hace apenas 30 años atrás. Los tiempos han cambiado como nunca en la historia de la humanidad.

 

Los conservadores creen que estos inmensos saltos tecnológicos son atentados al mundo de las virginales divinidades que rigen el universo, los demócratas del siglo pasado creen que son nuevos dispositivos que facilitan o complican la vida; ninguno ha comprendido que son los signos de un nuevo tiempo. Son los íconos epocales de la postmodernidad.

 

El problema para nuestros políticos es que no terminan de comprender que vivimos una época diferente, que el MAS con Evo Morales cerro un ciclo y que estamos en otro, el del ciudadano; el de las identidades diversas.

 

Somos testigos de un proceso de transición en que se enfrentan las fuerzas más conservadoras y retrógradas y las nuevas fuerzas ciudadanas, sin partido, sin ideología, sin mandos verticales, sin caudillos, fuertes solo y exclusivamente por el poder de su ciudadanía. Vivimos un momento histórico en que el futuro se disputa entre dos versiones: la democracia ciudadana (que no es lo mismo que la democracia liberal) y la dictadura caudillista y etnitizada aferrada al pasado y sus caudillos nativos. Esto es, creo yo, lo primero que deben comprender y asimilar las nuevas fuerzas políticas, porque de lo contrario se moverán en el pasado y perderemos el futuro.