lunes, 18 de agosto de 2014

La Furia del Candidato


La semana pasada, un debate público entre candidatos a senadores regionales convocado por la carrera de ciencias políticas de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno terminó en un duro enfrentamiento entre oficialistas y opositores. El incidente se produjo a propósito de un comentario emitido por un alumno localizado en la primera fila del recinto; según las versiones de testigos presenciales el joven universitario interrumpió la exposición de Romero con una sola expresión: “mentiroso”; esa fue la chispa que incendió la pradera.

Es obvio que proclamar a los cuatro vientos que la mentira y el cinismo han tomado status de Política de Estado con el gobierno de Evo Morales, está bien lejos de acabar con su Poder y menoscabar la estructura que lo rodea, empero, esto es tan claro, como claro es que echárselo en cara tiene un efecto demoledor porque pone en evidencia las falacias del régimen a  despecho de todos y cada uno de los discursos, informes, promesas, presagios, augurios, adivinaciones y premoniciones que hoy hacen parte del discurso político oficial. La furia del candidato no se desencadenó porque el término “mentiroso” constituya una ofensa a la dignidad del increpado, tampoco porque pertenece al glosario de los insultos más abominables de la rica y florida lengua española; el candidato montó en furia porque como dice el sabio proverbio popular: las verdades siempre duelen.

Los especialistas en semiología de la lengua explican esto de una manera por demás convincente; sostienen que a cada expresión hablada le corresponde una organización definida de la realidad, esto quiere decir que, cuando todo lo que tengo en mi dormitorio está en su lugar, la expresión “mi cuarto esta ordenado” tiene sentido, pero la expresión cae en el absurdo cuando mi dormitorio es un desastre: esa es la razón por la que la mayoría de los políticos oficialistas no soportan que se les diga “mentiroso”; esta palabra les permite percatarse que casi todo lo que dicen cae en el absurdo de las justificaciones a cualquier precio, justificaciones que, finalmente, solo son el sacrificio de la verdad a cambio de Poder. El joven universitario no habló del crecimiento del PIB, ni de las enormes cuantías de la economía actual, ni de los infinitos montos de bonos y canchas de fulbito, no le dijo al candidato nada que sea parte de los argumentos de la oposición, no esgrimió criterios ideológicos ni postulados partidarios, simplemente puso en evidencia el absurdo de mentirle al pueblo como si este no se diera cuenta del engaño. La brevísima expresión que desató la furia del candidato puso de manifiesto que en la vida real; a precario argumento le sigue siempre un precario Poder.

 

 

 

Los Relojes del Sur


Una vieja historia china cuenta que un monarca de la antigüedad mandó a flechar todas las efigies de sus dioses desafiando su poder. Consiente que el tiempo consumía su vida decidió construir un palacio para que la noche fuese perpetua y nunca llegara un nuevo día, creía que podía jugar con el tiempo; vanos fueron todos sus esfuerzos, como el tiempo y la historia no van en reversa, el iluso príncipe murió como cualquier mortal, su comunidad retomó su destino, el palacio de las sombras quedó en el olvido y los ciudadanos restituyeron sus dioses. La vieja población es hoy la capital de China Popular, Pekín, hoy Beijing. La meca del capitalismo de Maduro.

Si el protagonista de esta tragedia hubiera poseído en el aquel tiempo un reloj mecánico, con absoluta seguridad hubiera invertido el giro de las manillas porque de lo que en el fondo se trata, es de revertir el orden de las cosas.

Basado en esta lógica, un alto funcionario del Ministerio de Educación anunció hace unos días que en las escuelas se enseñará a los niños a leer la hora al revés. El programa se aplicará sólo a niños escolares porque los mayores ya “están colonizados”; el suigéneris reloj descubre así su verdadera vocación; revertir el orden de la realidad de forma que la “descolonización” pasa por imponer un proceso cognitivo en reversa. Formalizando la ecuación semiótica los niños aprenderán que la barbarie era mejor que la modernidad, que el mestizo-blancoide es equivalente a la miseria, que el socialismo fracasado es la prueba irrefutable del éxito, que las cárceles cubanas atestadas de disidentes, son el emblema de la libertad, que los corruptos de ahora son la quinta esencia de las virtudes, que los dictadores asiáticos son símbolos de la liberación de los pueblos, que el sur es el norte, que lo positivo es ahora negativo, etc.

Evaluadas las proporciones de este dispositivo ideológico, no cabe duda que el gobierno llegó a la conclusión de que el país ingresó a la quinta etapa del proceso de cambio, etapa en que según el texto oficial, el objeto a transformarse ya no es el ejercicio del Poder, la economía, la salud o la educación, sino, por encima de todo, el cerebro de los ciudadanos. Mala señal, peor augurio, porque todos los que pensaron como el monarca chino sólo dejaron a sus pueblos rezagados en la trastienda de la historia.