viernes, 28 de septiembre de 2012

Una Cosa Llamada Modernidad

Giovanni Pico Della Mirandela fue un libre pensador que murió un martes 17 de noviembre de 1494, a los treinta y un años de edad a poco tiempo de ser admitido en la Orden de Los Dominicos.  Fuertemente influenciado por los autores franceses de su tiempo escribió un texto bajo el título de Conclusiones philosophicae, cabalisticae et theologicae, conocidas como Las 900 Tesis. La publicación fue  precedida de un ensayo que tituló Discurso sobre la dignidad del hombre en que establece los tres principios que dieron forma al prolijo movimiento intelectual del Renacimiento. Los principios de este curioso personaje se resumen en los siguientes postulados: “Los hombres tienen el derecho inalienable a la discrepancia, el respeto por las diversidades culturales y religiosas y, finalmente, el derecho al crecimiento y enriquecimiento de la vida a partir de la diferencia”. Llama la atención la actualidad de estos preceptos, una lectura despreocupada sin duda las atribuiría a algún analista de la actualidad ya que resultan absolutamente apropiadas para gran parte de la humanidad en el siglo XXI, no debiéramos extrañarnos: Mirandela es moderno, es el padre de la modernidad.
Llama también la atención esta suerte oposición epocal frente a la modernidad, primero porque es difícil comprender como puede despreciarse un tiempo al que debemos prácticamente todos los recursos culturales, intelectuales, científicos y tecnológicos de los que gozamos en la actualidad. Hombres como Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci, Maquiavello y muchos más -contemporáneos todos- prefiguraron el desarrollo vertiginoso de la humanidad. Fue una época grandiosa.  Con el exclusivo recurso de la razón doblegaron ochocientos años de oscurantismo, sin embargo, el poderoso impulso de esos hombres goza hoy de muy mala reputación. Los mitos y las visiones cosmogónicas que atizaban las hogueras de la Santa Inquisición han retornado con ropajes nuevos.  Una adoración por el pasado y la añoranza irreflexiva por retornar a las formas más primarias de la organización social y la administración de las subjetividades toma cuerpo, la idea es más simple de lo que parece; debe volverse al pasado porque la modernidad solo nos trajo miseria, destruyo los vínculos solidarios de antaño, hizo trizas la familia y sus valores, enajeno al hombre al impulso de las grandes maquinas y portentosas factorías y termino devastando la madre naturaleza; he ahí el producto de la modernidad.
Pico Della Mirandela nos recriminaría de manera aún más simple: el problema –diría- no es lo que la modernidad hizo del hombre y la sociedad, sino al contrario, lo que él hizo de ella. Nos hemos acostumbrado a juzgar las cosas ideológicamente y terminamos siempre argumentando verdades a medias, excepto que, en este caso, la modernidad nos dio cientos de miles de veces más que cualquier ideología. No hay una sola cosa al servicio nuestro que no se la debamos a la modernidad y junto a ella, todos los horrores que el hombre hizo en su nombre, aun así, esta perversa dualidad es solo la expresión final de la naturaleza humana, extraña simbiosis entre el bien y el mal, entre la exclusiva capacidad de crear y su incomprensible necesidad de destruir, esto, empero, no estaba en el plan de Mirandela no de sus geniales contemporáneos que inventaron los tiempos modernos.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Empates Catastróficos

La crónica situación de conflictos latentes y manifiestos en que se desenvuelve el país en al menos el ultimo lustro, no corresponde a la idea original del presidente, según el cual, su advenimiento al poder presagiaba un periodo de consensos y paz social. Desde los épicos bloqueos del Mallku hasta las elecciones en que el MAS alcanza el Poder el deseo unánime era la instalación de un gobierno que viabilice estabilidad económica, política y social en el marco del juego democrático. Esto no ha sucedido. La esperanza de que Evo Morales canalizara los enconos sociales de una manera más apropiada quedo como dato del primer discurso presidencial, casi de inmediato las tensiones sociales emergieron de forma inusitada, de hecho, los conflictos que estábamos acostumbrados a observar en el periodo democrático (1982-2006) no desaparecieron, solo cambiaron de signo, se hicieron claramente racistas y además, se incrementaron. Así nació el Estado “Pluri”, sin ninguna base de conciliación. Los enfrentamientos entre segmentos y clases sociales dieron paso a tensiones de orden étnico-racial. A titulo de inclusión se excluían otros segmentos, kharas (mestizos) y etnias no aimaras eran ahora los excluidos.  Esta noción propia de las colonialidades modernas es la madre de la inestabilidad generalizada y la crisis actual de las instituciones democráticas, pues, por razones históricas y por la naturaleza cultural y política de las grandes regiones que constituyen la base física del Estado, una se arraiga en el occidente y la otra en el oriente, ambas, empero, imaginan el Estado de forma diferente.  
Así planteado el conflicto la pregunta es si esta polaridad puede dar frutos. Habría que ponerlo así: ¿Pude Bolivia ser un Estado Ayamara prescindiendo de la poderosa participación del oriente boliviano? Desde la óptica económica eso no es posible. En términos productivos y su participación en la generación de riqueza social el Estado no sobrevive sin el Oriente, como contrapartida, sin el occidente tampoco sobrevive el oriente, en última instancia el occidente es su mercado de estabilidad, y no el mercado externo. Un buen marxista leninista nos diría que esa es la contradicción fundamental. Ese es el croquis de la batalla final.
Para los ideólogos del actual régimen la solución de este antagonismo pasa por reconocer que el optimo posible de una sociedad mejor y en paz se daría a través del “socialismo comunitario”, “socialismo que no tiene definición al ser una categoría en construcción” según sus mentores. El imaginario que actúa detrás de esto es la estructura originaria aymara; la comunidad aymara. En la perspectiva del oriente boliviano esto adolece de una ceguera peligrosa, pues el modelo comunitario en que se basa no tiene nada que ver las formas culturalmente aceptadas de la comunidad de tierras bajas, y menos con una perspectiva libre y democrática. Ambas visones colisionan, es más, no encuentran un punto de resolución, son antagónicos por definición. Lo peligroso -aunque no es una novedad en el curso de la historia- es que ninguna de las dos tiene los recursos histórico-culturales para derrotar a la otra. Una suerte de “empate catastrófico” marca el destino inmediato de nuestro país. En ese escenario, con luces y sombras cada uno de nosotros será protagonista del futuro, futuro que para muchos viene al son de bayonetas y enfrentamientos. Ojala los unos y los otros comprendieran que la única lección duradera de la historia, es la que labra pacíficamente, si no lo creen pregúntenle a Mandela.

miércoles, 29 de agosto de 2012

El País de los Apátridas

La idea de un Estado Mestizo contrario a un Estado Indígena constituye un elemento central de la ideología masista del Estado. Según ésta concepción un Estado se considera mestizo en la medida en que conserva la visión política y la perspectiva histórica (en lo económico, cultural, administrativo, etc.) del mestizaje. El Estado Mestizo seria una entidad propia de la fase republicana en la que el Estado liberal fue administrado por élites blancoides de naturaleza burguesa y particularmente pequeña burguesía encarnada en la clase media. El Estado Indígena vendría a ser su antípoda en todos los sentidos en tanto sus contenidos de clase están dados por la cultura originaria nacional y el ejercicio estatal estarían ahora a cargo de aquellos que estuvieron hasta el advenimiento de Evo Morales, excluidos y marginados del Poder. Este es el substrato ideológico que configura el diseño de la misteriosa boleta que, finalmente, se hizo pública.  El misterio mal disimulado por una serie de seminarios y talleres “informativos” oculta empero una misión política; dotar al proyecto estatal del MAS una estructura ideológica selectiva en la que sus contenidos -que finalmente serán los del estado- logren eliminar aquellos segmentos, unos étnicamente definidos, y otros políticamente catalogados, que interfieran la naturaleza racial del proyecto aymara-centrista.

Esto que parece una elucubración política tiene resultados prácticos y de largo alcance. Todo el andamiaje censal pasa por organizar –si cabe el término- una sociedad pluricultural aymara-campesino-originaria, y para hacerlo es menester deshacerse de categorías étnicas o raciales que contaminen la virginal imagen de estos nuevos colonialismos internos.

El objetivo es rediseñar la sociedad civil de tal manera que los mestizos afincados en las clases medias -a quienes se les acusa de haber mal gobernado Bolivia durante todo el periodo republicano- queden lo suficientemente lejos de cualquier posibilidad de reorganizarse como fuerza política y perezcan en el letargo del olvido histórico. Esta segregación se ejecuta bajo el sutil engaño de la famosa pregunta censal sobre la auto-pertenencia étnica. En ella el mecanismo de la eliminación social y política del mestizaje pasa por el absurdo de mezclar categorías étnicas con criterios geopolíticos, de manera que, o estas condenado a renunciar a tu identidad mestiza declarándote aymara, quechua, guaraní, mojeño, trinitario etc. o apelar a la categoría “boliviano” como si las diferentes etnias no lo fueran. La astucia en obligarme a optar por una categoría no étnica (boliviano es una categoría geopolítica) en una nación que se constituye sobre la existencia y reconocimiento de 36 etnias no es un error demográfico, es un genocidio político y civil. El Estado Aymara se erige sobre la segregación del mestizaje y su eliminación literal de cualquier estructura que denote su existencia, por ello, el parlamento plurinacional se constituirá de las representaciones de todas las nacionalidades étnicas, cada una tendrá su o sus representantes excepto una, la mestiza, es decir, quien se declare “boliviano” está condenado a existir en condición de apátrida, entidad jurídica definida por la real academia de la lengua española como toda persona que “carece de nacionalidad”

Los representantes gubernamentales incluido el cura Albó, (a quien se debe la estratagema) han inventado tal cantidad de absurdos que finalmente lo único que se puso en evidencia fue su oscuro objetivo político. Unos evaden el tema declarándolo “intrascendente”, no falto quien dijo que los mestizos no se incluyen “porque no tiene territorio”. El vicepresidente sostiene que su eliminación se debe a que el término mestizo es de naturaleza racista, en fin, al final con esta maniobra el gobierno masista tendrá el Estado que busca, prefabricado de espaldas a la modernidad, y los mestizos el gobierno que nunca merecimos, empero, resistir siempre es posible.

martes, 7 de agosto de 2012

Poder, Mística, Futuro

La crisis en el Municipio y la Gobernación cruceña tuvieron la virtud de desnudar la desarticulación del sistema político tradicional local. No se trata de una infinidad ininterminable de artificios legales, sino de la imposibilidad estructural de constituir un interlocutor suficientemente poderoso como para frenar la arremetida del Estado central. No están en crisis solamente las elites políticas y las estructuras sociales de soporte, está en crisis el sistema interno en su conjunto. Cuando se tocan estos temas la percepción ciudadana percibe que detrás de esto, se esconde la ausencia de una estructura de poder local capaz de enfrentar un Estado resuelto a doblegar la naturaleza autonómica de Santa Cruz, y cuando digo autonómica me refiero a la compleja articulación económica, social, cultural y política del departamento.
La tesis sociológica de mi colega Susana Seleme sobre el estado de anomia que sacude la sociedad cruceña no puede ser más cierta. Una ausencia de valores y estructuras que permitan vislumbrar un proyecto regional de la talla de las que se forjaron en la década pasada      –como resultado de un esfuerzo que cubre casi un siglo de estímulos y acciones  autonomistas-  explica en gran parte las enormes dificultades e impases que se suceden en casi todos los niveles de organización del Poder Local, de ello se desprende la ausencia cada vez mas dramática de un “discurso” regional que articule de forma adecuada la perspectiva histórica regional y la dinámica del Estado Plurinacional.  La impresión que uno tiene es sin duda que las elites cruceñas tienen  mucha dificultad en articular un proyecto de poder que exprese su propia dinámica, por momentos pareciera que la idea del “pueblo feliz” se impone a despecho de todos los indicadores, según los cuales de pueblo ya no tiene nada y de feliz cada vez menos. Acechados por el Poder Central, sitiados por una estructura ideológica notoriamente adversa a sus intereses, Santa Cruz está condenada a repensar su rol histórico y rearticular sus fuerzas sociales, políticas, culturales y económicas en los términos en que la coyuntura lo exige.
Ciertamente no se trata de un fenómeno nuevo, situaciones similares las vivió a lo largo de todo el proceso de construcción regional que, como se sabe, la transformó en el motor de la economía nacional y el interlocutor mas respetable del estado central, el problema radica en que en todas las situaciones previas se tenía un discurso coherente, con visión y horizonte histórico y la determinación de alcanzar sus objetivos. La “mística” que caracteriza el proceso cruceño al menos durante la mitad del siglo pasado fue el detonante de una visión conceptual y practica puesta a punto por su arrollador crecimiento económico y demográfico, dicho de otra manera; el progreso fue el producto de una lectura apropiada de la realidad y una vocación invencible de desarrollo. Hoy, en la vorágine que vive el país el discurso se hace difuso, impreciso, anómico y la “mística” se ha transferido a un nivel privado en el sentido gramsciano del término; como impulsos individuales. A pesar de todo, Santa Cruz es, a no dudar, el factor determinante del desarrollo histórico nacional y sus posibilidades reales están lejos de agotarse. No es posible pensar el curso de la historia venidera al margen de la posición que adopte el Departamento, y esto es sin duda una ventaja comparativa, empero, de poco serviría sin un proyecto de largo alcance que contenga las fuerzas productivas, culturales y políticas cruceñas; se impone como emergencia del momento que vive el país un esfuerzo regional por rediseñar sus estrategias, reformular su discurso histórico y articular su propio desarrollo al curso que toma la nación.

viernes, 20 de julio de 2012

Una Crisis Contra Natura


La actual crisis del municipio cruceño resulta anómala desde todo punto de vista. En cualquier país de occidente parecería contra natura que el Alcalde enjuicie a todos sus Concejales.  ¿Cómo pudo suceder esto?  Lo primero que llama la atención es que se produce en el marco de una crisis en varios frentes; los intentos por derrocar al Gobernador, las tensiones en la estructura indígena de Tierras Bajas, la pérdida de poder de convocatoria del Comité Pro Santa Cruz y las frustraciones en el proceso de construcción de la autonomía muestran un panorama mucho más complejo de lo que en apariencia podría verse a simple vista. En realidad la crisis edil es la expresión –junto al resto de los factores mencionados y probablemente otros más- del fin de un siclo regional acelerado por la transformación estructural del Poder y el recorrido a marcha forzada entre la Republica y el Estado Plurinacional. Se trata de una alteración irreversible de la matriz del Estado. El Estado del 52 llega a su fin con Evo Morales y en su reemplazo todos sus componentes se ven forzados a reacomodarse y reorientar sus estrategias de desarrollo económico y político, particularmente, los aparatos de estado local y regional como son los Municipios y las Gobernaciones. Esta situación no solo afecta la adecuación de las estructuras administrativas y funcionales, exige una lectura diferente de la realidad, porque ésta, desde el advenimiento de Morales, ha impuesto un curso diferente en todos los órdenes de la realidad; ha modificado profundamente la naturaleza del Estado Nacional, y con ello, las lecturas y los discursos previos quedaron obsoletos.
Las elites dirigenciales locales, sin embargo, no parecen haberse percatado de la profundidad y alcance de esta transformación. Más sensible fue la burguesía cruceña que hizo las paces con el gobierno en un esfuerzo de sobrevivencia que hasta ahora le resulto favorable y hasta beneficioso, empero, en los segmentos políticos y la dirigencia regional este desfase catastrófico entre la realidad y su lectura deja ver una brecha que los aproxima raudamente al fin de su rol histórico. Dicho de forma más lineal: la crisis del municipio cruceño es la expresión más patética de los efectos del cambio social y la incapacidad de las elites y sus organizaciones para comprender el momento. ¡Imagínense! un alcalde que hace todos los esfuerzos por poner en vilo las ya pocas fuerzas ediles condenando la institucionalidad a la vorágine del Poder Central. Una victoria en bandeja de plata para el actual gobierno.
En la historia, los grandes personajes suelen perder con bastante facilidad la visión del futuro, esto que es recurrente en todas partes y en todos los tiempos tiene –irremediablemente- un precio que pagar. Ojalá que no sea en el caso cruceño una factura que comprometa su futuro de forma irreversible, y ojalá que ante la gravedad de la situación las nuevas elites y sus jóvenes dirigentes desarrollen la capacidad -innata en el hombre- de comprender su tiempo y actuar en consonancia.

jueves, 19 de julio de 2012

Señuelos de Tormenta

Al menos tres factores diseñan el perfil de la actual coyuntura: el surgimiento de un movimiento indígena interpelatorio que cuestiona la tendencia aymaro-centrista del Estado forjado por el gobierno del MAS, la emergencia de la clase media catalizada por el movimiento del sector médico y los universitarios y la crisis de la institucionalidad democrática en el área más vulnerable del Estado; la policía.

Si asumimos como evidente que la capacidad interpelatoria de los indígenas de Tierras Bajas pone en el tapete la legitimidad del gobierno en cuanto a su naturaleza “originaria”, tendríamos que concluir que se ha iniciado una crisis hegemónica en la medida en que el gobierno de Evo Morales no es ya, al menos para ese sector indígena, “la dirección intelectual y moral” del proyecto Estatal, tampoco lo es  para las clases medias, y como van las cosas, los obreros y sectores campesinos empiezan a reconocer que el proyecto estatal no encarna sus propias visiones. La clase media sacudida ante el efecto simbólico que tuvo sobre ella la triunfal llegada de la VIII Marcha, encontró en la huelga del sector médico un mecanismo de articulación efectivo. La progresiva pérdida de legitimidad y la emergencia de nuevos actores, tanto propios como extraños a la matriz indígena, forman sin duda en escenario de crisis hegemónica con aristas peligrosos en el corto plazo, sobre todo por la proximidad de un periodo electoral intenso.

Finalmente, el arbitrario nombramiento de un coronel por encima de cualquier criterio jurídico e institucional en la Policía Boliviana, trasluce la previsible acentuación de las contradicciones al interior de la estructura de Poder del actual régimen. El panorama no es nada alentador. El gobierno no ha logrado un nivel hegemónico que le facilite el manejo y en su caso la manipulación de la sociedad civil, y lo que en este campo logró, lo está perdiendo. Sumido en una estrategia de enfrentamientos al mejor estilo del marxismo ortodoxo, lo único que ha logrado es una pérdida progresiva  y penosa de la hegemonía política y cultural con la que llego al Poder. Hoy, impedido de redimir la colectividad indígena por su pertinaz oposición a los pueblos de Tierras Bajas, enfrentado a  las clases medias y sus instituciones profesionales, cercado por las propias contradicciones que engendra el Poder ·”en sus entrañas” -como diría Hegel- y con una institucionalidad democrática hecha añicos, pareciera que la historia que tan promisoriamente se le acercó hace 6 años atrás empieza a darle la espalda. El poder es caprichoso y traicionero cuando se sube muy arriba en la cabeza, y todo indica que algo de eso está pasando, también, eventualmente, suele desencadenar temores y paranoias que terminan engendrando demonios imaginarios, demostraciones innecesarias de fuerza, miedo, represión y tiranía. Ha de tener muy fría la cabeza don Evo Morales para no llevar sus frustraciones a un nivel en el que solo vea fantasmas, y en eso, el rol de los círculos palaciegos y los entuertos del Poder suelen ser muy peligrosos.

domingo, 15 de enero de 2012

Los Ciudadanos "No"

El cura Albó ha publicado en un medio virtual una curiosísima nota en la que luego de enumerar las ventajas del último censo, en el que como todos sabemos se elimino el mestizaje, termina inventado la más curiosa de las categorías étnico-sociales: el ciudadano “No”.
Según el conocido indigenista todos los que no se identifican con algún grupo Indígena Originario Campesino (IOC) tienen la opción de responde “No”, la respuesta seria entonces “no pertenezco a ninguno grupo de esos”, sórdidamente agrega además que de esa forma “nadie nos podrá “ningueniar”. Semejante despropósito  linda en el insulto a la racionalidad mestiza, pues es obvio que tal artificio es un absurdo de principio a fin, de ser incluido en la boleta censal, en las estadísticas nacionales tendrán que consignar a los aimaras, a los quechuas, a los guaraníes, a los ayoreos etc. y a los “No”; los “ciudadanos no” (que entre otras cosas  sobrepasan el 60’% de los bolivianos)
Pertenecer a la categoría de los  “ciudadanos No”, empero,  conlleva consecuencias sociológicas, políticas y culturales importantes, en principio, a diferencia de los IOC, los “No” no podrán tener representación parlamentaria pues no hay diputados ni senadores que represente a los que no son de ninguna parte, de ninguna cultura, de ningún habla. No serán consignados en ningún plan de desarrollo nacional ya que nadie planifica para los que no son, ni están.  No podrán incorporar el más mínimo rasgo cultural en la estructura educativa del país. No tendrán derechos pues estos se aplican a los que objetivamente tiene voz y voto, los “No”, en cambio, simplemente están ahí pero no existen. Como se puede apreciar, se trata de un intento más por borrar de la estructura social boliviana el mestizaje asimilado por el régimen actual como la encarnación de la historia colonial blancoide, en el fondo, no solo es un acto racista destinado a poner en movimiento un mecanismo mas (de los muchos que ya dispone el gobierno de Morales) de discriminación y segregación socio-cultural al mejor estilo nazi, se trata, a despecho de las normas que el mismo gobierna crea para pisotearlas, de la forma más moderna de etnocidio, que su artífice sea un connotado antropólogo indigenista no disminuye su carácter abominable, (si hasta Heidegger apoyo a Hitler) en todo caso se trata de uno de los más precarios actos intelectuales  del oscuro resabio de las modernidades coloniales del siglo XX.

lunes, 9 de enero de 2012

Los Discursos del Poder

Una aproximación serena a los discursos políticos actuales en Bolivia, daria como resultado la identificación de al menos tres discursos de importancia y una considerable variedad de meta-discursos en torno al Poder. Podríamos reconocer sin dificultad uno cuyo eje temático gira en torno a la raza y en consecuencia, una perspectiva fuertemente marcada por la exclusión de sectores sociales que no podrían tipificarse como “originarios”.
Una segunda vertiente constituida por las fracciones disidentes del MAS cuyo eje discursivo gira en torno al proceso de cambio entendiendo que éste ha sido traicionado por el actual gobierno. Sus reflexiones no se han desprendido de los postulados de raza que configuran el discurso oficialista, pero se diferencia de él en al menos dos dimensiones diferentes: una que apuesta por una  transformación pluricultural que desdibuje los límites del enfrentamiento de raza (sintetizados en las visiones “originarias”) de manera que proyecta un escenario nacional multiétnico y aunque regido por la cosmovisión de un Estado Aimara no pretende deshacerse del mestizaje, y otro que exige del Estado posiciones radicales frente a las fracciones mestizo-blancoides que proyecta la construcción de un Estado Aimara fundamentalista. Se trata de posiciones  radicales del indigenismo criollo cuyo postulado es franca y definitivamente racista.
Una tercera vertiente se localiza en lo que podría denominarse la “izquierda democrática” cuyo eje discursivo gira en torno a los Derechos Democráticos. Constituida por las generaciones que experimentaron la resistencia a las dictaduras militares y la reconquista de las instituciones democráticas, se identifica como la fracción opositora más claramente visible al gobierno actual y aunque se la ve como encarnación de todos los errores y taras de la clase política derrotada por el régimen de Morales, encarna la vigencia de los derechos y garantías jurídicas individuales en el marco de la libertad. A pesar de su consistencia teórica y práctica adolece de una crónica falta de liderazgo que complota contra sus propias posibilidades.
En su conjunto, y dado lo precario de los conceptos políticos (en virtud de su flexibilidad en el tiempo)  podría decirse que la Bolivia de Evo Morales presenta tres visiones de Poder que corresponde a  tres discursos políticos: uno cuyo resultado final debiera ser el estado Originario-Aymara al que se asociarían por las buenas o por las malas todos los demás segmentos de la sociedad boliviana. Su núcleo epistémico lo constituye la raza como tal. Otro que podría tipificarse como un proyecto originario-democrático que postula una sociedad plural con dominancia de las visiones originarias pero que convive con la diversidad sin mayores inconvenientes, y uno que postula una sociedad democrática inclusiva y diversa que postula un tipo de estado y sociedad plural independientemente de cualquier concepto racial y definitivamente asociado a la modernidad.
Si elevamos estos proyectos a las categorías de derecha e izquierda el panorama muestra su verdadera complejidad, pues, tendríamos una Derecha Radical cuya realización histórica supone el Estado Aymara, una  Derecha Democrática representada por aquellas expresiones disidentes del MAS cuyo proyecto es un Estado Originario-democrático, ambos proyectos, empero, están afiliados a una visión racista de la sociedad, el Estado y el Poder. Finalmente tendríamos la Izquierda Democrática cuyo proyecto estatal pasa por un Estado Liberal, inclusivo y participativo franca y definitivamente alejado de cualquier criterio de raza.