viernes, 30 de septiembre de 2011

Territorio - Derechos - Libertad

El slogan “El TPNIS somos todos” que entonaban furiosos los paceños expresa las dimensiones que ha adoptado la protesta, de hecho hace mucho que dejó de ser un fenómeno local; “somos todos” y por tanto sus alances abandonaron los ámbitos territoriales para alcanzar objetivos políticos  nacionales,  particularmente, por que esta capacidad de subsumir al conjunto de la sociedad boliviana solo puede explicarse como el producto de un poderoso acto interpelatorio que sintetiza por su valor y consistencia moral el malestar de la sociedad en todos sus estratos.  En efecto, ya en otro artículo mencionamos que la negativa del presidente  a  “bajar” a las bases para negociar con los marchistas indígenas,  nacía del temor oficial a discutir de igual a igual con un interlocutor que encarnaba el primer acto interpelatorio al hasta hace poco todopoderoso  Evo Morales,  pero además no era un dialogo cualquiera, se tenían que discutir Derechos inculcados y eso, eso si no engrana con el caudillo, en esta ocasión no se podía “meterle nomas” para que luego  arreglen sus abogados: la reunión era imposible.
En esta perspectiva el que la marcha indígena hubiera convocado (después de la masacre) grandes multitudes hasta no hace mucho sumidas en el temor,  expresa las demandas que el régimen despótico reprimió sistemáticamente desde que arribo al Poder, sin embargo, como el territorio se hace tangible  a través del respeto a los derechos, y estos se ejercen en los ámbitos de libertad, la ecuación territorio-derechos-libertad crea un escenario de restitución democrática que hasta antes de la masacre sucumbía bajo el amedrentamiento, la judicialización del opositor y la represión desembozada contra la libertad de expresión y de conciencia. Los indígenas actualizan a partir de sus demandas por la tierra y el territorio la restitución de los derechos democráticos de toda la sociedad, semejante afrenta al poder despótico desencadena la furia que vimos en  el “desalojo” que marca sin duda, el comienzo de la reconquista de las libertades e instituciones democráticas.  Lo que está fuera de dudas es que, en lo que le queda al gobierno del MAS habrá que contar un antes y un después de la Masacre del TIPNIS.

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