jueves, 18 de julio de 2013

¿Y Después de la Orgía?

Una agente infiltrada protagoniza toda una escena de atropellos y abusos al Canciller en los conflictos de Chaparina. Un canciller de la República se brinda como cebo represivo, misteriosamente la infiltrada desaparece del escenario. El canciller queda en ridículo. Los jefes de la infiltrada dicen que pidió vacaciones por stress. La oposición pide la renuncia del canciller que se prestó a semejante juego. Una comisión de policías antinarcóticos requisa la nave diplomática brasilera. Un ex alto funcionario del gobierno, hoy encarcelado por extorsión, da detalles de la forma en que el gobierno arma celadas y prefabrica delitos de forma casi novelesca, entre tanto, el gobierno articula una protesta internacional a propósito de la negativa de sobrevuelo que  cuatro países europeos dan al avión presidencial, el bochornoso acontecimiento que es declarado un atentado contra la dignidad y la propia vida del mandatario se vuelca en contra, el gobierno clama respeto y cumplimiento de normas internacionales mientras las viola sistemáticamente. La ministra de comunicaciones declara públicamente que la denuncia sobre las requisas a aviones diplomáticos brasileros son falsas, el presidente lo ratifica, los diputados masistas sostiene que se trata de acciones mediáticas destinadas a afectar la imagen del gobierno más democrático del mundo, apenas terminan de dar sus fogosos argumentos el canciller brasilero oficializa la denuncia; no fue una, fueron tres naves en tres oportunidades diferentes requisadas ilegal y abusivamente. Por su lado los dirigentes de la VIII y IX Marcha descubren que no fue una, fueron catorce los infiltrados. Todo sucede como un film de misterio, gansterismo y poder.
Maquiavelo describió la fría ecuación del calculo político, les enseñaba a los príncipes como moverse en momentos en que el Poder feudal se venía abajo, la genialidad de Maquiavelo radicó en vislumbrar cómo sería la política en la modernidad... y sus límites, empero, se quedo chico, nunca pensó que la ambición de poder adoptaría los caracteres de una orgía. El Poder lo es todo.  No interesa si se violan derechos internacionales, si se denigra la razón, si la mentira toma fuerza de Ley Natural; todo vale al calor de la orgía. Lo mismo le paso a Stalin que terminó en la galería de los más brutales dictadores junto a Hitler y Mussolini, a él, le costó el odio de su pueblo, a Hitler un balazo suicida y a Mussolini y la Petacci, su amante, la horca y el desprecio. No hay orgia que dure mil años y menos que termine bien.

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