LOS DIPUTADOS DE OPOSICIÓN
En una cosa el MAS ha sido más que eficiente; en instalar en la percepción
ciudadana la imagen de una oposición ineficiente, inadaptada, inoperante,
inepta; cualquier calificativo negativo y denigrante se ajusta a lo que el
partido de gobierno quiere construir como imagen de los Diputados y Senadores de
oposición. Bajo la lógica fascista del “repite que algo ha de quedar” ha
logrado que la ciudadanía construya una imagen negativa y distorsionada del
papel de diputados y senadores de oposición.
Habría que partir reconociendo que el MAS de Evo Morales pulverizó el
sistema de partidos a lo largo de casi tres lustros en la utópica esperanza de
construir un escenario de “partido único”. También habría que reconocer que la
representación ciudadana en el Congreso obedece a esa coyuntura, una coyuntura
en reconstrucción en que quien ocupe un curul ingresa por voluntad propia a la
boca del dragón. Aquí no necesitamos de grandes oradores, ni artífices de las
ciencias políticas, ni intelectuales de trascendencia interpretativa,
necesitamos lo que tenemos, una generación que está dispuesta a dar batalla y freír
el hígado en un Congreso de levanta manos que, si pudiera ejecutarlos no
dudaría un minuto en hacerlo.
Yo tengo la impresión de que pocos ciudadanos estarían dispuestos, hoy en
día, en asistir cotidianamente a un escenario en que prácticamente todo les es
adverso, violento y amenazador. Estoy seguro que muy pocos estarían dispuestos
a someterse a la dictadura congresal de la mayoría masista y de paso soportar
las diatribas que el oficialismo se encarga de divulgar, los procesos internos,
las amenazas jurídicas y todo lo que ya sabemos. Aquí tiene sentido aquello de
que “otra cosa es con guitarra”.
Resulta totalmente antidemocrático y contradictorio que nosotros, los que
nos jactamos de defender la democracia incluso en las calles, hagamos eco de
las narrativas masistas cuyo único fin es medrar la democracia representativa y
socavar los principios de representación y participación ciudadana en el
Estado.
El MAS le ha ganado a la opinión pública la batalla por la credibilidad, el
reconocimiento del esfuerzo y la vocación democrática de los representantes
congresales de oposición. Les ha ganado a los partidos la defensa de sus
representantes y le ha ganado a la conciencia ciudadana lo único que en verdad
ha detenido la mentalidad totalitaria del MAS; el valor, el patriotismo, la
entrega y el prestigio de sus diputados y sus senadores. Esa batalla perdida
por la democracia boliviana es la única batalla que realmente ha ganado el MAS
en los últimos años al punto que, por momentos parece imposible que el
ciudadano de a pie pueda reconocer en sus representantes de oposición los logros
que obtuvieron a favor de la democracia boliviana.
A la opinión pública y los medios les resulta más fácil denotar todos los traspiés
de la oposición y menos fácil remarcar las batallas que aun siendo pequeñas victorias
los consagran. Se ha hecho costumbre ejercer el rol de caja de resonancia de
las patrañas masistas en contra de las bancadas de oposición, cuando en
realidad, son esas ignoradas victorias las que hasta ahora nos permiten
forjarnos la idea de que la democracia en Bolivia aún es posible.
En el ideario masista, lo mejor que puede pasar es que la ciudadanía deje
de confiar en sus representantes congresales de oposición, y lo peor que puede
pasarles es que el pueblo confíe en ellos. En eso consiste la estrategia de
Poder del MAS, consiste en construir una narrativa y diseñar un escenario en
que solo lo que ellos dicen, interpretan y proponen es posible y deseable para
el país, es decir, en que el Congreso sea únicamente de ellos, para ellos y por
ellos. Los ciudadanos democráticos parece que hemos olvidado que son nuestros
diputados de oposición los que llevan las voces divergentes, las demandas de
los ignorados por el Poder masista, la voz de los que creemos en la democracia
de verdad, una voz capaz de detener los más oscuros proyectos fascistas, como
cuando el diputado Rodrigo Paz P., diputado de oposición, denunció el paquete
de “Leyes Malditas” y detuvo el plan autoritario de Evo Morales.
Cuando compartía estos criterios un amigo me preguntó si yo creía que
nuestros diputados y senadores de oposición eran una maravilla. ¿Crees que algo
maravilloso puede existir en este país -repuse- bajo el imperio del MAS? Coincidimos que eso no era posible y menos
aun en el Congreso. En lo que estuvimos de acuerdo es que, a pesar de todo, lo
maravilloso es que tenemos una juventud y una ciudadanía de hombres y mujeres,
viejos y jóvenes, blancos mestizos o morenos que creen en la libertad y luchan
por la democracia, pese a lo que pese.
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