Los periodos electorales
suelen estar llenos de acontecimientos y anécdotas que por lo general encubren
los factores que cada uno de ellos conlleva, lo cierto es que hay elecciones
que constituyen puntos de inflexión en el desarrollo político de la sociedad, y
el actual proceso es uno de ellos.
Subyace a esta aseveración
una hipótesis que considero relevante a fin de comprender más allá de los
discursos lo que en realidad se juega. La
hipótesis sostiene que el proceso iniciado con el advenimiento del MAS
alcanzó, en casi nueve años de gobierno, el punto de inflexión entre el cierre
del ciclo Nacionalista Revolucionario iniciado en abril de 1952, y la
construcción de un modelo estatal diferente genéricamente denominado Estado
Plurinacional.
El Estado del 52 fue una
construcción posible gracias a una alianza de clases en que los sujetos
históricos de primera línea provenían de la incipiente clase media, el
proletariado, entendido en los términos propios del marxismo clásico, no era
más que un apéndice de la dinámica social y política a quienes la “pequeña
burguesía” arrebató el timón de la historia. Los campesinos para entonces se
constituyeron en milicias armadas incondicionalmente fieles al Movimiento
Nacionalista Revolucionario, empero, los límites de su poder quedaron claros de
principio a fin; eran el brazo armado de la revolucionaria clase media que
logró poner el país a la altura del siglo XX. La protoburguesia minera fue temporalmente
desterrada del país con la nacionalización de minas.
El MNR de aquellos tiempos
compartía con otros gobiernos de la época un discurso radicalmente
antiimperialista, desplegó una amplia política de nacionalizaciones en defensa
de los recursos naturales, declaró la guerra a las transnacionales y reivindico
los derechos indígenas a través del reconocimiento de su ciudadanía; abolió el
pongueaje y estremeció a los grandes patrones latifundistas con la Reforma
Agraria.
Si uno compara las narrativas
que dieron origen al Estado Nacionalista Revolucionario del 52,
(particularmente en el primer gobierno de Paz Estenssoro) y las actuales, las
similitudes son tan notorias que su proximidad ideológica es casi obvia,
excepto que, -por decirlo de alguna manera- el Estado de Evo Morales no es el
Estado de Víctor Paz, la diferencia estriba en que los sujetos históricos en
cada uno de los casos no son los mismos. Durante todo el ciclo nacionalista y
aún en su fase neoliberal, fueron las clases medias primero y la burguesía
nacional desarrollada principalmente en el sector agroindustrial las que
gestionaron el proceso histórico; en el Modelo estatal que se juega el todo por
el todo en estas elecciones, son las entidades étnicas las que se instalan en
el epicentro del proceso de construcción estatal, el conjunto de las clases
sociales –pequeña burguesía, burguesía, lumpen, campesinos pobres etc.- actúan en calidad de eventuales aliados, pero
ya no son el dispositivo que organiza el curso de la historia, de manera que,
aunque hicieran lo mismo que hizo aquel épico MNR del 52, el destino de la
sociedad y su significación práctica, teórica, ideológica y simbólica es
diferente; el sujeto histórico del proyecto masista está cifrado en el
horizonte de un etnocentrismo aimara-andino más allá de las clases sociales. El
éxito del MAS-IPSP es en gran medida el producto certero de un proyecto
fallido que pretendía construir una
sociedad de indígenas y mestizos al margen de los primeros y en beneficio de
los segundos, Evo Morales remedió la falla y al hacerlo, (en estricto
cumplimiento de la dialéctica Hegeliana), despertó sus propios demonios; muy pronto
los nuevos sujetos del Estado Plurinacional no serán más que una renovada
burguesía nativa tan voraz como las anteriores, y para entonces, tendremos la
impresión de que - como decía Nietzsche
- todos
hacen lo mismo, pero de otra manera.
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